SI QUIERES CUIDAR TU PESO, ¡MÁS VALE QUE NO TE ESTRESES!


¿Has escuchado alguna vez que la tensión, nerviosismo y ansiedad pueden hacerte subir de peso? Aunque muchas veces solemos creer que cuando pasamos por momentos álgidos en nuestra vida se tiende a comer menos y, por ende, a adelgazar, lo cierto es que nuestro organismo responde totalmente contrario a ello. A continuación te explicamos por qué.


La vida actual y sus rápidas alteraciones han repercutido bruscamente en nuestras rutinas. El sentido de la inmediatez, los horarios, cumplir metas y responsabilidades nos hacen estar en un estado de alerta constante. Por ello, es necesario mantenernos en calma, o al menos intentarlo, por nuestra propia salud.

Aunque muchas veces se cree que es todo lo contrario, mantenernos en un estado de estrés puede ser una causa importante en el aumento de nuestro peso. Esto porque produce cambios químicos importantes en el organismo, como la estimulación de la producción de cortisol e insulina, las que influyen en el metabolismo y en el apetito, generando así el almacenamiento de grasa en el cuerpo.

El estrés es la nueva enfermedad del siglo XXI y se produce ante la presencia de un factor que nos expone a este estado, es decir, una situación que genera tensión tanto en el aspecto emocional como físico.

Sin embargo, y aunque tenga muchas connotaciones negativas, el estrés es un factor protector cuando se produce una situación aguda de peligro, como atravesar la calle cuando pasa rápidamente un vehículo delante de nosotros o estar más alerta ante cualquier adversidad. Esta reacción puede ser positiva para nuestra vida. Pero cuando el estrés es un fenómeno mantenido en el tiempo como problemas en la casa, en el trabajo, tacos en la movilización muy prolongados, problemas financieros, etc., se producen daños orgánicos y psíquicos muy importantes.

Por otro lado, el estrés puede alterar hábitos de vida y fomentar comportamientos que afectan la salud. Los alimentos que provocan placer como los que tienen una alta concentración de azúcar son los preferidos cuando se está en condiciones de estrés o ansiedad. Un ejemplo clásico es cuando nos encerramos en la pieza a comer un tazón de helado o una barra de chocolate para sentirnos mejor.

También influye en nuestro estado de estrés el insomnio, el cual altera las hormonas que pueden reducir la sensación de saciedad e incrementar los deseos de consumir alimentos calóricos que favorecen el aumento de peso.

Otro de los factores importantes a considerar es la liberación de sustancias inflamatorias que se producen durante el estrés. Éstas favorecen la acumulación de grasa en el cuerpo especialmente en la región abdominal, dándole al cuerpo la llamada “forma de manzana” (se pierde la cintura).

Muchas veces no nos damos cuenta de la influencia que tiene el estrés en el aumento de peso. No percibimos la influencia que tiene en los hábitos de vida y en nuestros trastornos hormonales. Por ello, cuando pensemos en reducir peso hay que pensar en este factor tan importante como la ingesta calórica o el ejercicio físico, y darnos tiempo para estar al aire libre con nosotros mismos y así liberar toda esa carga tensional. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.